Privacidad y vigilancia

Pero más allá aún, en la era digital, gran parte de nuestra vida se transforma en datos, desde nuestros intereses, con quién nos comunicamos, qué hacemos – o que no estamos haciendo – que son capturados, procesados, analizados e incluso vendidos por empresas. Más allá de eso, nuestra actividad es de interés para nuestros gobiernos, los cuales han sofisticado cada vez más sus herramientas de control y seguimiento ciudadano para una diversidad de fines. La privacidad, es el derecho que tenemos de mantener lo que hacemos en un ámbito reservado, de forma confidencial.

Entonces, un par de preguntas que cualquiera podría hacerse es: ¿quién podría estar interesado en mis datos? y ¿Por qué alguien podría interesarse en vigilarme a mí? Y esas preguntas podrían contestarse en la medida que puedas responder, ¿quién eres tú? ¿Qué haces tú? ¿A qué te dedicas? Puede que seas un activista político, un defensor de los Derechos Humanos, un activista de la comunidad LGBT o simplemente un ciudadano preocupado que esté mirando este video. En el mejor de los casos, para algunos podrías representar un voto y para otros un cliente potencial, sin embargo, todo empeora cuando empiezas a ser una amenaza para quien te pueda estar vigilando.

Hablemos de los riesgos que implica mantener conversaciones sensibles en entornos que pueden estar siendo monitoreados. El riesgo es la probabilidad de que se produzca algún tipo de daño, ya sea físico, psicológico o digital es siempre latente. Entonces, los riesgos de comunicarnos en entornos con las comunicaciones constantemente vigiladas son altísimos. Eso no quiere decir que debamos frenar nuestra actividad y mucho menos que debamos abandonar el espacio, todo lo contrario, debemos seguir haciendo nuestra labor pero con la conciencia puesta en que debemos aumentar nuestras capacidades para reducir cualquier riesgo que podamos correr.